Sólo la espuma que lo borra, sabe, que es lo que yo menos quiero. La espuma, tan ligera, persigue al ser más tentando y vulnerable, para sacudirle las máscaras perpetuas que deja el amor. Ligera la vanidad que te traes entrepierna. Vanidad es tu llave para ennoblecer corazones astutos de razones. Tú sinvergüenza y acalambrado de mitos, tangos, valses y situaciones con torrentes enormes de maldad. Y ¿a qué viene la importancia de tu ser? Qué sentir indiferente el tuyo, con el que pedaleas diario tu bicicleta de piernas de puchero. Indiferencia es palabra que mueve al reloj del tiempo, de quien te escondes, porque sabes que avanza. Palabras u oraciones, son símbolos; tus ojos fueron una realidad que me advertía y burlaba. Tus ojos, hechos como a mano, por alguien desconsiderado, donde grabo los poemas más bellos del mundo. Tus ojos, como dos lagunas movedizas, inquietas de aventura y hartas de cortesías.
El amor, acaba con todas las satisfacciones humanas, porque amar es sinónimo de un fin consagrado a tragedia
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